REVISTA PARROQUIAL HACIENDO IGLESIA, Año 13 N* 104 . Junio 2014

 

 

El llamado es a vivir y a salir a caminar y en el camino vamos resolviendo, sanando. Le ponemos nombre a nuestra realidad, ¿nos duele?, un montón, pero porque descubrimos el llamado a la vida es que no nos quedamos empantanados en el dolor, sino que intentamos llamarlo por su nombre para descubrir que es solo una parte de mi realidad, y que tengo eso y muchas cosas más.

 

               Éste es el espíritu que busca animar “casabierta a la vida” y desde aquí, todos podemos ser parte ya que todos tenemos cosas por sanar, aceptar, descubrir y re-descubrir. Poder repensar la respuesta que le di hace años a la pregunta de la vida, ¿quién soy?, ¿qué quiero ser?, ¿con quiénes quiero ser? Respuestas muchas veces condicionada por la realidad que me tocó vivir y que hoy nos atrevemos a volver a pensarnos desde una mirada amorosa, una mirada que quiere ser sostenida ante quien busca ser sostenido, una mirada que no esquive lo que busca ser parido con dolor y esfuerzo, sino una mirada que quiera ser testigo de que la vida merece una segunda oportunidad. Creemos que la droga, la violencia, la extrema pobreza son consecuencias de algo y que, como somos parte de esta misma realidad, tu dolor me duele, tu realidad es mi realidad y yo también tengo que hacer algo por vos.

 

               El jueves 29 fuimos testigos como comunidad parroquial de la vida que sigue surgiendo en el seno de nuestra comunidad. Sonrisas, música, cantos, banderas, chicos, jóvenes, abuelos, familias enteras, murga, bailes…, todo esto y mucho más, es la vida de nuestra gente y que lindo es celebrar la vida. Como dice una canción: ”así es la fe de mi pueblo…, el que quiera verla ha de hacerse simple como la tierra…es oro escondido, dentro de pobrezas y que causa asombro de tanto en tanto cuando la muestran” ¡Gracias por tanto! Por sus luchas diarias, por darme el coraje para también mirar mi corazón y no asustarme de él, sino de entusiasmarme a que yo también necesito seguir transformándolo con la ayuda de otros. Gracias por mostrar que ser débil es ser fuerte, que dejarse ayudar es lo más humano y a la vez, lo más divino que hay.  Escribo esto y me doy cuenta de que esto es el Reino de Jesús, así se descubre, así se vive, así se encuentra.

 

               Pidámosle juntos al Espíritu Santo que nos siga empujando y animando a ser una comunidad de cara a nuestra realidad, y que nos movilice  para redescubrir una y otra vez el llamado a la vida.

 

 

 

Padre Miguel